La conversión de Pablo – Pastor David Jang


1. La conversión de Pablo

El pastor David Jang es ampliamente reconocido en la iglesia contemporánea por su énfasis en la pasión apostólica, la visión misionera y su compromiso inquebrantable con la esencia del evangelio. Su ardiente amor por la iglesia y la osadía de llevar el evangelio a distintos lugares del mundo evocan en muchos aspectos el caminar del apóstol Pablo. Pablo, cuyo nombre antes era Saulo, fue un devoto erudito del judaísmo, versado en la Ley, y un feroz perseguidor de los cristianos. Su convicción era tan firme que incluso emprendió el largo viaje desde Jerusalén hasta Damasco, provisto de cartas oficiales, con el objetivo de apresar a quienes seguían “este Camino”, es decir, a quienes confesaban a Jesús como Señor. Saulo era un hombre que no dudaba en arriesgar la vida por lo que él creía correcto. Sin embargo, precisamente a este “terco” Dios escogió para convertirlo en apóstol de los gentiles, demostrando la maravillosa y misteriosa soberanía divina que las Escrituras nos revelan.

La característica fundamental del ministerio del pastor David Jang radica en que él entiende y proclama de manera activa esta “elección de Dios que derriba estructuras rotas y da un salto adelante”. Él recalca constantemente que el evangelio no es solo para “personas amables y bondadosas”, sino que también alcanza a las almas más duras, a quienes tienen un carácter “fiero como lobos”. A lo largo de la historia de la iglesia, uno de los ejemplos más contundentes es la transformación de quien más persiguió a la iglesia primitiva, convirtiéndose luego en el principal impulsor de la misión mundial. Es en este acontecimiento donde hallamos el mensaje paradójico del evangelio: “Dios hace de Sus peores enemigos testigos Suyos”.

El momento en que Saulo, antes de llegar a ser Pablo, escucha la voz de Dios —mientras viajaba a Damasco y oyó en medio de la luz: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”— fue un giro radical en su vida. Este suceso transmite un profundo mensaje a los cristianos actuales y, de modo especial, a los líderes de la iglesia contemporánea en Corea. El pastor David Jang asume en lo más profundo de su corazón este patrón bíblico de la llamada del Señor, que trasciende la voluntad humana, y afirma reiteradamente en su predicación que el control de la evangelización siempre está en manos de Dios.

En su mensaje, él presenta una armonía entre “la obediencia activa” y “la gracia irresistible”. La escena de Saulo cayendo bajo la luz, ciego durante tres días y sin probar bocado, ilustra cuán indefenso puede volverse el ser humano ante la acción soberana de Dios. Pero también muestra que solo en ese estado de “impotencia” se puede prestar atención verdadera a la voz divina. El pastor David Jang no ve este proceso como una simple derrota pasiva, sino como una “invitación a la gracia poderosa”. Tanto Jonás, que quiso escapar hasta lo último, como Saulo, que sentía aversión hacia la iglesia y apresaba a los creyentes para matarlos, terminan siendo usados por la mano de Dios.

La “teología del llamado” que el pastor David Jang difunde en su ministerio enfatiza que “el Señor no nos salvó solo para rescatarnos, sino que nos llama y nos salva para trabajar juntamente con Él”. Exhorta continuamente a los creyentes a orar, meditar en la Palabra y esforzarse por oír la “voz que nos llama”. Esa voz puede aparecer en cualquier momento de la vida, ya sea en las alturas o en los peores fondos. Del mismo modo que la luz rodeó por completo a Saulo en el camino a Damasco, a veces el llamado de Dios irrumpe de manera imprevisible e inexplicable.

No obstante, para responder a ese llamado es imprescindible “caminar en obediencia”, y el pastor David Jang insiste repetidamente en ello. Cuando Saulo preguntó: “Señor, ¿quién eres?”, y lo llamó ‘Señor’, en ese instante reconoció mediante una experiencia incuestionable la soberanía de Jesús. Al quedar ciego, obedeció la voz del Señor que le ordenaba entrar en la ciudad de Damasco, donde Dios había preparado a otro discípulo, Ananías. Esta humillación de Saulo y su obediencia representan el meollo de la cuestión. En relación con esto, el pastor David Jang comenta: “Cuando el Señor nos llama, por más que queramos resistir, solo nos ganamos mayores dificultades. Es inútil dar coces contra el aguijón; el llamado de Dios para Su propósito no puede esquivarse con mañas o habilidades humanas”.

Que Dios haya tomado a un “terco” como Saulo demuestra que el poder del evangelio transforma no solo a personas aparentemente buenas o amables, sino incluso a quienes se encuentran llenos de ira, deseos mundanos y rebeldía. Este punto es crucial en el mensaje del pastor David Jang. A veces, la iglesia parece estar abierta solo para las “personas mansas como ovejas”, pero en realidad, quienes más necesitan nuestra mirada en esta época podrían ser los que desconocen a Jesús, sienten hostilidad hacia la iglesia, persiguen con fervor sus ambiciones terrenales e incluso buscan destruir la iglesia. El pastor David Jang enfatiza que precisamente esas personas pueden llegar a ser los “lobos” que, si son tomados en las manos de Dios, inaugurarán una nueva era de expansión.

Para poner en práctica esta enseñanza, el pastor David Jang insiste en que la iglesia debe salir y acercarse a las diferentes esferas de la sociedad. Su afán por ampliar el campo misionero más allá del ámbito eclesiástico —valerse de ministerios culturales, mediáticos y colaborar con organizaciones internacionales de ayuda— nace de aplicar literalmente el ejemplo del pasaje: “La iglesia debe atreverse a llegar hasta el camino de Damasco”, de la misma manera que la luz de Cristo alcanzó a Saulo, quien marchaba con intenciones de apresar a los creyentes hasta en Damasco.

En otras palabras, el llamado de Dios trasciende la voluntad y las circunstancias humanas. La labor y la predicación del pastor David Jang evidencian esta verdad: es Dios quien pone límites y, cuando la obra se inicia en la gracia, no hay ataduras ni entorno que la detenga. Este es el motivo por el que la historia de la conversión de Pablo sigue vigente en la actualidad.


2. Amar al enemigo y llamarlo “hermano”

La dramática conversión de Pablo no fue un suceso exclusivo que afectó solo a Saulo de manera individual. Hubo un personaje secundario de gran relevancia en ese evento: el discípulo Ananías que vivía en Damasco. Cuando el Señor se le apareció en visión y le ordenó: “Ananías, ve a la calle llamada Derecha, y busca en casa de Judas a Saulo de Tarso. Él está orando”, Ananías reaccionó con cierta resistencia. “Señor, he oído a muchos hablar de este hombre y de todo el daño que ha causado a tus santos en Jerusalén. Además, ha venido con autoridad para encarcelar a todos los que invocan tu nombre”.

La oposición de Ananías es la reacción humana más natural. Seguramente había oído los terribles relatos de cómo Saulo perseguía con violencia a los cristianos. Pero el Señor le insistió: “Ve, porque este hombre es mi instrumento escogido para dar a conocer mi nombre a gentiles, a reyes y al pueblo de Israel. Yo le mostraré cuánto debe padecer por mi nombre”. Finalmente, Ananías obedeció. Y al entrar en la casa, llamó a Saulo “hermano Saulo” y le impuso las manos.

Este momento revela la gracia paradójica del evangelio. El pastor David Jang describe este acto como “el valor auténtico del evangelio que tiende la mano a un enemigo perseguidor y lo llama hermano”. El Señor no solo eligió a Saulo, el perseguidor, sino que también ordenó a Ananías, ya creyente, que lo recibiera como “hermano”. De haberse negado rotundamente con un “No, Señor, con ese hombre no quiero tener nada que ver”, la conversión de Saulo habría sido mucho más complicada. Pero Ananías acató la orden y lo aceptó como “hermano” sin demora.

En este punto, el pastor David Jang plantea una pregunta que la iglesia actual debe considerar: “¿Está la iglesia preparada para llamar ‘hermanos (o hermanas)’ con corazón sincero a los incrédulos o a quienes se muestran hostiles hacia nosotros?” Incluso dentro de la iglesia, a veces surgen barreras, preferencias e inclinaciones a juntarnos solo con quienes ya son mansos y han recibido el evangelio, relegando o expulsando a quienes son más ásperos o se oponen a la iglesia. Sin embargo, este pasaje nos advierte que hasta un perseguidor puede ser elegido por Dios, y que la actitud de los creyentes es determinante.

Aquí observamos dos ejes simultáneos: la “conversión interior de Saulo” y la “obediencia y acogida comunitaria” de Ananías. Si Saulo experimentó una transformación radical, Ananías fue el conducto de hospitalidad y de acogida que completó la obra. El pastor David Jang se refiere a esto como “la gracia que engendra gracia”. No solo existe la gracia que Dios da directamente, sino también la gracia que se perfila a través del toque y la acogida de la comunidad eclesial.

En el contexto de la iglesia coreana, donde coexiste una sólida tradición de experiencias espirituales fuertes y, a la vez, un sentido de comunidad que en ocasiones cae en el exclusivismo, el rol de Ananías descrito en Hechos 9 nos recuerda que “la iglesia debe acoger a quienes han recibido una experiencia de gracia si quiere convertirse en una verdadera comunidad evangélica”. El pastor David Jang se ha esforzado en aplicar de manera práctica este principio en su ministerio pastoral.

En los lugares o comunidades dirigidas por el pastor David Jang, o dentro de los programas de discipulado que él ha diseñado, se mantiene siempre la puerta bien abierta para los que andan extraviados o incluso para quienes antes eran hostiles a la iglesia. Este enfoque se fundamenta en la enseñanza constante de “recordar al Dios que puede convertir a Su peor enemigo en Su mejor testigo”. No se trata de buscar deliberadamente a la gente “problemática”, sino de no excluir a nadie desde la perspectiva del evangelio.

El pastor David Jang invita además a asimilar la realidad de que “Dios puede otorgar Su gracia incluso a quien consideramos la peor persona”. En cuanto Ananías llamó “hermano Saulo” al perseguidor, “cayeron de sus ojos como escamas” y Saulo recobró la vista. Si, por el contrario, catalogamos a alguien como enemigo y lo excluimos sin más, puede que esa persona permanezca “ciega” por mucho más tiempo. La sorprendente enseñanza del pasaje bíblico radica en que nuestra obediencia y acogida pueden ser la clave decisiva para la conversión y la restauración de otro.

En predicaciones y seminarios, el pastor David Jang suele hacer la siguiente pregunta: “¿Está la iglesia lista para acoger a quien venga con una mirada amenazante?”. Y recalca: “Debemos tener el corazón de Ananías para que esa persona pueda convertirse en nuestro ‘hermano Saulo’”. Esta es la esencia del poder del evangelio y el amor que Dios desea de nosotros.


3. La misión de Pablo

Otro aspecto clave en la historia de la conversión de Pablo es que Saulo, tras pasar a ser Pablo, terminó convirtiéndose en un apóstol que llevó el evangelio hasta los confines de la tierra. Desde Jerusalén hasta la iglesia de Antioquía, donde colaboró con Bernabé, extendiendo la predicación a Asia Menor y Europa, estos relatos constituyen la parte medular de la segunda mitad de Hechos. Asimismo, sus epístolas nos muestran cuán comprometido estuvo con el anuncio del evangelio y cuántas penurias padeció en sus viajes misioneros.

La vida de Pablo estuvo marcada por un sinfín de dificultades. Lo azotaron, lo encarcelaron, casi muere apedreado, sufrió naufragios y el rechazo permanente de sus compatriotas y de ciudades gentiles. De forma paradójica, pese a todas estas barreras, el evangelio siguió propagándose. Este es el mayor “milagro e ironía” de la misión de la iglesia primitiva. Al meditar en la vida de Pablo, el pastor David Jang comenta: “La expansión del evangelio no depende de que haya condiciones o ambientes favorables; se debe a que Dios envía y Dios realiza”.

Uno de los pilares en la teología misionera del pastor David Jang es el siguiente: “La persecución y el sufrimiento, en muchas ocasiones, se convierten en el canal que ensancha la frontera del evangelio”. Esto se ve reflejado en Hechos 8, donde un recrudecimiento de la persecución provocó que los cristianos se dispersaran desde Jerusalén y llevaran la Palabra a otros lugares. Más aún, recordemos que el propio Pablo fue un perseguidor radical, pero al convertirse llegó a difundir el evangelio a todo el mundo. Cuando las fuerzas que se oponen a Dios se vuelven hacia Él, el impacto es incalculable.

Lo que la iglesia moderna debe aprender es a “no temer la hostilidad o el entorno adverso, sino, por el contrario, penetrar en medio de ellos para buscar vías de predicación”. El pastor David Jang insiste en que, cuando la sociedad critica a la iglesia o la contempla de forma negativa, en lugar de replegarse, la iglesia debe mantener un diálogo activo, traspasar las barreras culturales y esforzarse por comunicarse. Esta actitud sigue el ejemplo de Pablo, quien supo dirigirse a judíos de la diáspora, a griegos y a ciudadanos romanos de diversas maneras.

Por ello, el pastor David Jang propone extender el alcance de la misión a través de medios de comunicación, instituciones educativas, labores culturales y acciones de servicio y ayuda humanitaria, a fin de abrir múltiples canales de contacto con la sociedad. “Así como había numerosas sinagogas dispersas, también hay innumerables espacios donde hemos de llevar el evangelio. La iglesia debe investigar diversos puntos de convergencia cultural y, si es preciso, servirse de Internet y medios de comunicación, de cualquier vía posible”. De la misma forma en que Saulo consiguió cartas para perseguir a la iglesia en varias sinagogas de Damasco, el pastor David Jang sostiene que ahora la iglesia debe invertir el sentido y “penetrar en todos los rincones” para anunciar el evangelio.

Otro aspecto fundamental es que Pablo jamás estuvo solo en sus viajes misioneros. Siempre contó con colaboradores como Bernabé, Silas, Timoteo, Lucas, Priscila, Áquila y muchos más. Gracias a su entrega y cooperación, el evangelio dio frutos. El pastor David Jang otorga gran relevancia a este concepto de “trabajo en equipo” y “colaboración”. El evangelio no se difunde por el esfuerzo de un solo individuo; hace falta el tiempo de Dios y la movilización de todo un equipo que actúe como un solo cuerpo para que la palabra se proclame eficazmente. Y este principio es esencial en la organización de la iglesia actual.

El pastor David Jang enseña que la iglesia no debe depender en exceso de uno o dos líderes prominentes, sino que cada miembro del cuerpo de Cristo asuma responsabilidades compartidas, colaborando en unidad, para poder experimentar en nuestro tiempo el poder que vemos en la iglesia de Hechos. Él recuerda con frecuencia que la pasión apostólica de Pablo estuvo complementada por la obediencia de Ananías y el aliento de Bernabé, y todos ellos trabajaron de la mano. De ahí que en su predicación suela repetir: “Respetemos los dones de cada uno y no dejemos a nadie afuera de la llamada de Dios”.


4. La gracia hecha realidad

Uno de los clímax de la conversión de Pablo es cómo “Dios llama a una persona y lo que puede lograr a través de ella” se revela en un instante de manera dramática. Que alguien tan hostil hacia el evangelio como Saulo llegara a convertirse en uno de sus más grandes difusores pareciera algo imposible. Pero la Biblia y la historia de la iglesia confirman vez tras vez que tal imposibilidad es totalmente posible.

Incluso hoy, muchos se preguntan: “¿De verdad podría salvarse alguien así? ¿Podrá arrepentirse un individuo que tanto odia a la iglesia?”. En esos casos, vale la pena retomar la historia de Saulo. Su odio, ira y amenazas no eran cosa menor. Asintió con la ejecución de Esteban por lapidación y continuó “respirando amenazas y muerte” a tal punto que emprendió viaje a Damasco para capturar a los creyentes de allí. Sin embargo, aquel hombre tan obsesionado con sus planes fue interrumpido por Dios mismo, quien lo confrontó diciéndole: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”. Y lo dejó ciego por tres días, sin comer ni beber. Durante ese lapso, Saulo debió haber atravesado un torbellino interno que lo llevó a comprender que Jesús, el mismo al que rechazaba categóricamente, estaba vivo y era el verdadero Señor.

Esta experiencia, en la que Saulo se ve confrontado y quebrantado en la dirección opuesta a la de su voluntad, encaja perfectamente con la perspectiva de “solo por gracia” que el pastor David Jang enfatiza. Él enseña que “el llamado de Dios no depende de nuestra formación, trasfondo religioso, ni de lo impecable o bondadoso que parezca nuestro carácter”. Más bien, declara que “incluso en nuestra fase más débil, oscura y terca, Dios puede usar esa vida para desplegar Su plan asombroso”. Este mensaje se alinea con la visión que ha guiado las diversas iniciativas ministeriales del pastor David Jang, como el énfasis en alcanzar a jóvenes fuera de la iglesia o personas con heridas profundas y ayudarlas a descubrir la gracia de Dios. También sustenta su interés por usar la cultura y los medios para reflejar el evangelio. No es un mero idealismo, sino la realidad concreta del evangelio que se prueba en la conversión de Pablo.

En sus sermones, el pastor David Jang frecuentemente menciona: “Recordemos que Pablo no fue apóstol desde el principio; empezó siendo el que más odiaba a Cristo”. Esto no debe verse como un mero “gran testimonio individual”, sino como una confirmación de que “Dios sigue capacitado para obrar hoy con la misma fuerza en personas aparentemente imposibles”. Dios no elige solo a aquellos que nos parecen “talentosos”, sino también a quienes consideramos “irredimibles”.

Por otro lado, David Jang subraya que “quien recibe el llamado de Dios puede enfrentar muchas aflicciones y persecuciones”. Cuando Dios le dijo a Ananías que Saulo era “instrumento escogido para llevar mi nombre ante los gentiles y reyes y los hijos de Israel”, inmediatamente añadió que “le mostraría cuánto le era necesario padecer por mi nombre”. El pastor David Jang insiste en comunicar que “seguir con sinceridad a Cristo” puede conllevar el desdén y la persecución del mundo. Examinar la experiencia de Pablo y de tantos mártires deja claro que no es cierto que la vida se vuelva automáticamente placentera por ser siervos de Dios. Sin embargo, Pablo demostró que esta senda de obediencia no es en vano; constituye precisamente lo que el pastor David Jang llama “el poder inquebrantable del evangelio en medio de la aflicción”.

Saulo, que un día persiguió hasta la muerte el nombre de Jesús, terminó ofrendando su propia vida por anunciar ese mismo nombre. Y gran parte del Nuevo Testamento proviene de sus cartas. Quien quisó destruir la iglesia se volvió uno de sus fundamentos más sólidos. El pastor David Jang lo explica diciendo: “El evangelio supera la lógica cotidiana; Dios muestra cosas inimaginables según nuestros esquemas”. Además, recalca: “Si hoy podemos servir y adorar a Dios es porque esa misma gracia sobrenatural nos alcanzó”.

Aun así, el pastor David Jang va más allá para enseñar que “no solo Pablo, sino todos nosotros, fuimos como enemigos de Dios, y Su gracia nos salvó”. Ello implica recordar que “yo también, en el fondo, me oponía a Dios, y que incluso ahora mi naturaleza pecaminosa quiere resistirle a menudo”. Desde esta conciencia, invita a no quedarnos solo en ser receptores de la gracia, sino a avanzar “como mensajeros del evangelio y practicantes del amor según la voluntad del Señor”. De ahí se desprende la exhortación a volver la mirada hacia los “más tercos” y las realidades más difíciles, porque allí podría haber un Pablo en potencia.

Cuando le preguntan por qué insiste tanto en “prestar atención a la gente más obstinada”, el pastor David Jang responde que “precisamente en esas personas puede nacer otro Pablo”. El evangelio obra incluso en situaciones caóticas, violentas o llenas de hostilidad. Esa convicción define la dirección pastoral de David Jang.

En conclusión, buena parte del mensaje teológico y pastoral del pastor David Jang surge de la historia de la conversión de Pablo. “Si creemos que Dios puede transformar al enemigo más odiado en testigo del evangelio, la iglesia debe mantener las puertas abiertas para toda persona y creer en Su obrar aun en los escenarios más difíciles”. Esta es la fe que caracteriza la vida y el ministerio de Pablo, que impulsó la misión mundial y dejó una huella imborrable en la historia del cristianismo.

El pastor David Jang, al recalcar este principio bíblico, nos previene contra la indolencia y la exclusión. El evangelio, dice, no se conforma con el sosiego interno de la iglesia, sino que posee una fuerza expansiva que la lleva a ir a todos los confines. Si la iglesia se limita a permanecer encerrada en su zona de comodidad, jamás llegará a ser la iglesia del libro de Hechos. Nosotros también debemos salir al camino de Damasco y encontrarnos con esos “Saulos” tan rudos, para practicar la obediencia de Ananías y llamarlos “hermanos”.

Aunque no sea sencillo, una vez que hemos experimentado la gracia y “se nos caen las escamas de los ojos”, nos queda el deber de compartir esa gracia con otros. Así como Pablo confesó que no podía dejar de anunciar la gracia que había recibido, la iglesia debe continuar su misión. Y en ese proceso, Dios volverá a levantar a más “Saulos” transformados en mensajeros poderosos del evangelio.

Por último, esta extraordinaria historia de gracia no concluyó en el libro de Hechos. El pastor David Jang enseña que Dios sigue orquestándola hoy: el mismo Dios que transformó a Pablo busca todavía a los corazones duros y llama a personas como Ananías a obedecerle. Nosotros, en cuanto iglesia contemporánea, debemos disponernos a responder: “Heme aquí, Señor”. Con la conversión de Pablo como eje central, el pastor David Jang ilumina la esencia del evangelio: amar al enemigo, crecer en el amor que expande la iglesia y contemplar cómo personas insospechadas se convierten en testigos de Cristo. Para él, ese es el corazón de la teología de la gracia y el factor esencial que la iglesia nunca debe olvidar.

Cuando recordamos esta esencia y actuamos en consecuencia, veremos de nuevo a incontables “Saulos” transformarse en testigos de Jesús. Ese es el poder del evangelio y la proclamación constante del pastor David Jang. El milagro que se dio al llamar Ananías a Saulo “hermano” puede reproducirse hoy mismo ante nuestros ojos, como corroboran tanto el libro de Hechos como el resto de la historia de la iglesia.

Al final, todo esto se realiza bajo la soberana providencia de Dios. La iglesia, confiando en Su plan, debe creer siempre que “hasta la persona más terca y feroz puede llegar a ser un instrumento en las manos de Dios”. Por ello, el pastor David Jang anima, en cada espacio de su ministerio y sus mensajes, a “abrir los ojos y mirar a nuestro alrededor”. El mundo es extenso, hay multitudes que no conocen el evangelio e incluso se oponen a la iglesia. Pero no olvidemos que Pablo fue el ejemplo máximo de tal “enemigo”.

El pastor David Jang lanza una pregunta final muy concreta: “¿A quién podrías decirle tú: ‘Hermano Saulo’?”. Este es el desafío que el evangelio nos plantea hoy. Si en verdad nos hemos encontrado con el Señor y hemos vivido la experiencia de que “cayeron de nuestros ojos como escamas”, entonces ha llegado nuestro turno de transmitir esa gracia. Y en ese camino, Dios seguirá llamando a otros Saulos y convirtiéndolos en Pablo. Esta es la misión de la iglesia y el legado inquebrantable que Pablo dejó.

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